viernes, noviembre 24

Hace un tiempo...

Y aquí estoy… sentado buscando entre los recovecos de mi mente algún bagaje (por lo menos) verosímil; añorando idear una forma de mitigar estos pensamientos desaliñados y (tal vez) efímeros. Aquí, cubierto de desnudez, insurrecto aunque sin temple, parado sobre mis rodillas, leo una y otra vez el dictamen de mi herencia. En una palabra, insípida. En dos, falaz. Precario pero voraz, pretende caducar un día antes… de la promesa. Dice que no se puede dilatar, que es irrevocable. Y termina preguntando, por alguien, no, por algo; apela a la ausencia de mi emblema, a la candidez de mi proclama. ¿Su nombre…? Fe.

Mi primera reacción habría sido escapar, correr hasta que mis huellas me aventajasen, dilapidando todo cuanto estuviera a mi alcance, dilatando mis pasos recelosos (y todavía, ásperos); quizá así podría amilanar el efecto de esa ponzoña. Pero no, no puedo abdicar. Es cierto, el letargo es capaz de embestir hasta las más boyantes nostalgias, pero aún así debo entrar a la salida…

Una vez más se entrecruzan las corrientes, el choque de la reflexión inerme se hace notar. Intento prestar atención al fecundo mensaje, ese que prolijamente susurró a mi (in)conciencia la realidad que soy caminando sobre lo etéreo (cómo dijo que se llamaba... ¿dominio propio?). Y clamo... llamo... busco... pero aún sabiendo, aún conociendo, aún en la propia repulsión... accedo. Buscando en los escondrijos (algo... sórdidos) me encuentro con el bien conocido (y odiado) señuelo. Dos puertas, proyecciones de lo que puede ser, imágenes de lo que podría venir. Otra vez el susurro, que apunta a lo que no veo (lo que quiero ver)…

Vuelvo a leer. Algo cambió. Se torna aún más lapidario. Sentencia que la lid recién comienza, que galopan por tierra árida aquellos proscritos abrumados (los dejados atrás); pretenden no dejar vestigios de los moradores ni de sus galardones. Avanzan sediciosos por caminos amalgamados al olvido…

Vuelvo a huir… me extravío por los afanes de la ciudad, me encuentro con mil salidas… y un camino. Camino arduo de la miseria de vivir cada paso para alejarte más… Espinoso, lapidario, frígido quizás. Implacable… seguramente. Las luces se confunden, en un rápido pasar se me cruzan imágenes… momentos… situaciones… decisiones… que abordaron sin apenas pedir permiso la barca en ruinas, carcomiendo los remos para ya no volver… Inecuánime metamorfosis del cosmos, gritar desmesuradamente suplicando por tu voz… y obtener un eco por respuesta… Se abrió la puerta a la duda, al temor… y se encerraron… con uñas y dientes defienden el que proclaman su territorio… reclamando el derecho a la tristeza, el deber de la ausencia, el valor del silencio…


_________________________________________________________

¿Sabes? No cambiaría por nada todo lo experimentado. Sí, fue arduo, pero fue necesario. Tenía que ser así. Y si no fuera porque he aprendido a verme como tú me ves, jamás lo hubiera entendido, y jamás hubiera sido capaz de sentir esta enorme gratitud, porque gracias a ello pude comprender y conocer la realidad que quieres que viva. Gracias, porque si no fuera por todo aquello, nunca habría podido conocer el amor incondicional con el que me cuidaste. Ahora que miro hacia atrás puedo ver en cada paso, en cada día, en cada lágrima, en cada silencio, tu manto cobijándome.

Muchas veces me pregunté, para qué sigo de pie; mi brújula giraba hacia cualquier dirección, de cualquier forma, nada tenía sentido; no comprendía con qué propósito cada mañana volvía a respirar. Y lo peor de todo es que llamaba y ¡no escuchabas!... o eso pensé yo… Había decidido cerrar mis oídos, ya no quería escuchar más falacias, no quise volver a rozar esa piel resentida, punzaba demasiado, tanto que no distinguí que al cegarme también estaba negando mi propio nombre…

Tal vez por lo mismo me refugié en el seno de la indiferencia, dirigiéndome directo a la hostilidad. Paulatinamente fui sumergiéndome más en anestésicos que a la larga nunca surtieron otro efecto sino creer que por momentos me olvidaba de todo. Hasta llegué a creer que ese placebo era agradable… creí que esas corazas realmente me defenderían. Repudio… y adicción a la vez. Después de todo, con algo había que saciarse... (las máscaras también son adictivas…)

Es irónico… lo que ayer tanto te reproché hoy te lo agradezco. Y es que es tan precioso sentir tus brazos rodeando mi cuerpo, el fuego que me hace explotar de alegría, tus manos que traen sanidad, tus espaldas que me dan descanso. No te reemplazo por nada… Puedo decir que se apaciguan las aguas cuando puedo confiar y entender la plenitud de tu grandeza. Puedo decir que aún cuando callas puedo escucharte, y aún más puedo disfrutar sabiendo que mientras callas, escribes… palabras de vida eterna. Puedo decir que nadie se compara a tus promesas, que en tu presencia encuentro mi identidad, que eres único y lo eres todo… que a pesar de que no te veo, puedo sentirte, respirarte, tocarte, abrazarte, y que pase lo que pase, siempre prevalecerá tu promesa, ante todo, ante todos, entre todos, y para todos!! Puedo decir que hoy soy esclavo de una eterna libertad. ¡Para qué quiero vicios que esclavizan, que dañan, si mi vicio me da libertad y sanidad!

lunes, octubre 9

Si la mañana pierde su esplendor
Si mi aliento cesa o llega el temor
Sólo tu rostro veré

Si la esperanza ha muerto y ya no hay amor
Si todos te rechazan alrededor
Mi canto no callaré

Yo te amo, con toda mi vida, todo mi corazón
Te deseo, eres mi adoración
Yo te adoro, por lo que Tú eres, no por lo que soy yo
Te anhelo, más que a nada Señor
Con todo mi corazón

Si un día amaneciera triste y vacío
Sin hojas, en silencio, mudo y frío
Mis labios no cerraré

Si las campanas callan por el dolor
Y si las flores lloran al irse el sol
Sólo en Ti confiaré

(Blest y Rojo - Con todo mi corazón)

"La bendición de Jehová es la que enriquece
y no añade tristeza con ella"

Proverbios 10:22

[...El ayer es un referente, no el soporte de nuestras vidas...]

domingo, septiembre 10


Mi humanidad exánime reclama su naturaleza, gime por un desahogo. La carga no es fácil, y mis manos están manchadas, extendidas suplican por un abrazo. Inseguro de serte fiel, pienso en las veces que no puedo estar contigo, y teniendo que contenerme, ahorro mis lágrimas para cuando no las use. Qué extenuante, tener que reprimir el deseo de llorar a tus pies y confesarte cuánto te amo, cuánto dependo de ti. Si alguna vez decidiera abandonarte, estoy seguro que todo lo que he ganado lo perdería, porque tú eres mi todo. Pretendo levantarme, pero aún mis rodillas son incapaces de sostenerme; me duele la sangre saber que lo que no soy es gracias a mi. No quiero tirar los dados otra vez, viéndolos confusamente rodar por una falsa libertad y que el aire decida… me haces falta, no permitas que mis deseos caigan por la borda y se ahoguen en el mar, déjalos llegar a la meta, aunque caminen entre el vaivén de las cuerdas… Mira mi entorno, mira esos árboles que a pesar de estarse carcomiendo siguen en pie. No hay excusa… no es suficiente, queda mucho que recorrer juntos, nos queda toda una vida por morir...

Me gustaría regalarte frutos y pétalos de rosas, pero por ahora sólo tengo estas hojas marchitas resquebrajadas por el viento, que abundan en estos días de invierno donde necesito mucho más que una brisa cálida...

domingo, septiembre 3

Mensaje Dante Gebel - Álvaro López & Res-Q Band


Acaso tienes un área coja que te impide caminar. Tu vida de oración se reduce a la raquítica tarea de hilvanar dos o tres frases sin sentido antes de quedarte dormido. Tu comunión con el Señor es nula. Sabes todo lo que pasa dentro de la iglesia, pero también sabes todo lo que ocurre afuera. Vives en la mitad, como un cristiano nominal. Sabes demasiado como para considerarte un inconverso, pero no lo suficiente como para ser un santo. Vives en santidad un poco, pero también... pecas un poquito. Alabas al Señor, y también maldices otro poco. Levantas tu vista al cielo a veces, pero tus ojos son vagabundos en algunas ocasiones. Cojo del alma, le llaman; minusválido espiritual, lisiado ministerial, paralítico del corazón a causa de un estúpido hábito oculto que claro, la horrible sensación de que Dios ya no te quiere recibir. "Lo siento"... pareciera excusarse un ángel: le dije a Dios que usted vino a verlo, pero me dice que ya no puede recibirlo... usted es demasiado inmundo para presentarse aquí: lo oculto arruinando lo público.

Puedes excusarte a que no lo puedes lograr, puedes excusarte diciendo que ese hábito te domina por completo, pero Dios está levantando un escuadrón diferente. Un escuadrón de agentes que se levantan una y otra vez. Sus métodos son diferentes, pero resultan. No tienen mentalidad de montón. Son únicos en su estirpe, con licencia para atar demonios. Es la fuerza especial de emergencia en combate contra los ejércitos invasores, combatientes espirituales en estado de alerta. La fuerza de choque del nuevo siglo. Un escuadrón para las líneas de vanguardia. Una división armada y peligrosa que pone las reglas. Violentos espirituales que sólo pelean en las líneas mayores. La peor pesadilla del infierno que jamás se haya levantado. Un ejército de intocables al servicio del General de generales. Agentes de ultraespionaje espiritual en el campo enemigo. Una brigada de jóvenes entrenados para ganar. Una fuerza que desconoce el significado de la palabra derrota. Los únicos capaces de descender al mismo infierno y desafiar al enemigo. Combatientes que no esperan que las cosas ocurran, sino que ellos hacen que ocurran. Un ejército que entra en escena inesperadamente. Soldados sin márgen de error. Agentes con una sola consigna: evangelizar o morir. Retroceder nunca, rendirse jamás. Combatientes en alerta rojo que viven en el ojo del huracán. No hay una tercera opción, o eres único, o parte del montón.

[...Se acabó el tiempo de ser espectadores, se acabó el tiempo de la esterilidad...]

lunes, agosto 7

Ya no puedo seguir así, ¡no quiero callarlo más! Eres Tú mi Jesús, quien me ha hecho pasear por senderos de victoria y verdad. Tú, el único que solamente con su voz estremece mi ser por completo, sin tiempo para el desánimo, sin oídos para los acusadores; ya no hay dedo que apunte ni conciencia que acuse: ¡Tú me hiciste libre! ¿Acaso bastan las palabras de gratitud, acaso hay algo en mi poder que pague todo lo que hiciste por mí? Nada, todo es tuyo. No tengo más que entregarte, que ofrecerme en santidad y amor. Te daría mi vida, pero ya la compraste… ¡a precio de sangre! Mi boca es incapaz de expresar lo que siento aquí dentro, ¡me diste vida! En medio de la tempestad, tu mano irrumpió e hizo todas las cosas nuevas, simplemente porque me amas. Y no importó temor ni duda, porque ninguno de ellos pudo anular tu propósito. Es que no alcanzo a entender por qué, ni me interesa comprender, todo lo que hago es agradecerte, y entregarlo todo a tus pies, ahí donde mi alma se regocija y encuentra plenitud de vida.

¿Qué fue de aquel paisaje gris, qué fue de aquellos caminos bañados de nieve que recuerdan cada huella del pasado? Limpio es por tu sangre, rociado con las lágrimas que derramaste por el gozo puesto delante de Ti. Es verdad, la lluvia sigue, mas no es igual: hoy fluye la lluvia de tu manantial de vida, ¡los ríos que saltan para vida eterna! ¡Ahora todo tiene sentido! Me sacaste del pozo de la desesperación, del pozo cenagoso; mis pies pusiste sobre la roca y enderezaste mis pasos. ¡Pusiste en mi boca cántico nuevo! ¿Para qué? Para que vean esto muchos, teman, y confíen también en Ti.

De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven. Fueron mis lágrimas el alimento de mi alma, pero hoy ha descendido pan del cielo: Maná de mi desierto ¡Eres tú, Jesús, quien sacia mi corazón! La soledad no me acompaña más, y su ausencia se vuelve presente. Destellos grisáceos fulguraban sutilmente en mis pupilas, hasta que el canto de tu palpitar acarició mis párpados estridentes, que como perlas aprisionadas entre espinas no pudieron brillar ante la sombra que no pude ver, la sombra de Tus alas. Aunque bramen y se turben las aguas, aunque el sol alumbre un último rayo de adiós antes de dar paso a la oscuridad y la negrura devore su esplendor ¡si tú estás en mi barca estoy seguro! Aunque me absorban los afanes de la ciudad, y mil caminos me persigan, espinosos o frígidos, hasta arrojarme a la deriva, ¡tus brazos siguen abiertos, tu amor no cambia!

No guardaré silencio, ni envainaré mi espada. Si antes era débil, hoy eres tú mi Torre Fuerte, quien cabalga sobre palabras de verdad, humildad y justicia. ¡Fuerte soy! Adiestra mis manos, ya no están vacías, Tú las llenas de poder y autoridad. Lo sé, estoy seguro, porque a mi corazón hablaste: Si Yo estoy contigo, ¿quién podrá contra ti? Ahora quiero navegar, por el camino que has trazado, en el río de vida quiero sumergirme, no hasta las rodillas, no cubras sólo mi cintura. Que mis pies no toquen fondo, ellos no me sostuvieron, sólo fue tu manto de gracia que me cargó a tus espaldas. Más y más adentro quiero nadar, hasta impregnarme de tu esencia, anhelando en todo momento despertar a tus sueños y hacerlos realidad.

No quiero sobrar en líneas, ni en adornos esta vez, sólo quiero decírtelo todo en simples palabras. Yo sé, las has escuchado muchas veces, y las seguirás escuchando hasta que exista frase capaz de reemplazarla… TE AMO.
Qué puedo decir, qué puedo escribir sin que las letras no digan lo que deben decir sabiendo que no deben hablar sin escucharse a sí mismas, conscientes de que la conciencia no es consciente de los sentimientos que no razonan ni siquiera ante la razón de ser y no existir ante la realidad, la que tampoco es realidad mientras no sea el real deseo de lo que uno realmente quiera ver como real. Quién soy entonces, si no soy quien debería ser sino quien ahora soy, por lo tanto, fui quien seré sin ser sino ‘era’. Cómo puedo estar seguro de mi inseguridad si estoy inseguro, cómo se si la mentira es verdadera si miento al decir que conozco la verdad, verdaderamente muchas son las posibilidades, pero qué viene al caso si no hago caso de lo que digo…

Vanos anacronismos.

Se acaban las letras… y el silencio precursor amenaza, solemne y taciturno, con volver a decorar pesadillas. Suspendido en el etéreo paraje me encuentro con las mismas trampas colgando de mis pies, aprisionado en las redes del desvelo. Enceguecedores son los mensajes que advierten del inexorable regreso de la somnolencia, donde súbitamente abro las persianas y pálidos retazos se adhieren a mis manos, que se deshojan en el oscilar de la brisa. Y ciego a las culpas, trémulo entre la neblina puedo oír que la lluvia golpea con secretas gotas de estupor a los pétalos del olvido, inundando con ímpetu las paredes bañadas de cielo. Féretros incólumes danzan sobre el inapelable y eterno encierro, atados a las estrellas desde el polvo. Retornan su camino aquellas luciérnagas precipitadas, acariciadas por la consentida ausencia mientras un gélido aire empieza a correr por mi cuerpo entretejiendo envejecidos telares de silencio.

No dejes que esos disfraces vuelvan a ceñirme. Empiezo a notar que me faltas incluso antes de que te hayas ido. Puedo pasar mucho tiempo sin verte pero me duele la piel cada vez que extraño tus caricias. Destrózame los cimientos, haz polvo mis esquemas. No quiero volver atrás, no más cielos grises, te conocí y eso me basta para caminar descalzo. Estar o no estar contigo, esa es la medida de mi tiempo. Entraste en mi vida, sin apenas equipaje. Mírame, quiero ver mi rostro reflejado en tus ojos, acurrucarme en la eternidad de este instante, y con esa mirada decirlo todo… decirte que te necesito, que no puedo seguir sin ti, que me haces falta, que se extinguen las fuerzas. Sólo deseo expresarte esta necesidad… que necesito viajar a aquel lugar que me vino a visitar una vez… esas aguas cristalinas que me bañaron con su refulgente color carmesí, paladear el sabor de la impetuosa llamarada cual abrigo en el invierno, y así al fin poder esgrimir el magnánimo elixir: Eres mío y tuyo soy…

Te ofrezco, no uno ni mil cantos, ni la cadencia de un lamento, ni siquiera el susurro de un poema, tan solo este pequeño reino de palabras que debieron ser dichas pero que apenas se atrevieron a ser escritas.
Sólo bastaba disponer... (era) la llave que abrió las ventanas de los cielos para recibir todo lo que tenías guardado para mí. Sublime fue tocar tu mano… sentir tus caricias… cobijarme en tu seno y haber escuchado tu respirar… No fue un sueño, era la realidad, eran tus sueños que se hallaban guardados en lo más recóndito de mi ser… Ya no eran lágrimas de desconsuelo, era el fruto del quebranto, porque comprendí que eras tú el que siempre estuvo a mi lado sosteniendo mis pasos, afirmando mi caminar. Por primera vez en tanto tiempo pude percibir que desde mi interior brotaban nuevas fuerzas, y ya no había más cansancio de tanto correr, había quietud en medio de la tormenta… porque fue tu mano que se movió para calmar la tempestad, y renacieron todos los sueños que una vez extravié en parajes por los que vagaba sin dirección.

Soplaste… lo sé… sentí tu aliento fluyendo en lugar del veneno que recorría mi cuerpo… desde muy adentro pude ver cómo cada fortaleza en ruinas era edificada otra vez con paciencia y esmero, y sólo por amor. Pude palparlo, ese calor que me entrega abrazarte, que ahuyenta toda sombra porque tu luz admirable hizo despertar del eterno sueño a vagas memorias del ayer, donde la esperanza residía en aislados lugares de su mirada… Ya no más.

Enloquecí, como un trueno que estremece al firmamento sentí tu voz… No sabes la delicia que apreciaron mis oídos al escuchar esas palabras que con tanta pasión anhelaban escuchar… “yo sí te amo”… No eran palabras al viento, como las que siempre tocaba, eran palabras directo al corazón, irrumpiendo todos los espacios y sellando toda herida que encontraron en su pasar… esa melodía cautivante, me conquistó sin reservas, y ahora puedo volar para seguir tu canto que apacigua toda ansiedad, encendiendo delicadamente la llama que alguna vez flameó en pos de los secretos sordos que nunca supe oír…

Quiero encontrarme contigo una vez más, visítame… te espero… quiero regresar a tu amanecer y desfallecer camino a tu ocaso, y olvidar los gritos que exclamé en silencio, yacer en tu regazo y dormir en tu mirar. Ya el amargo paraje queda en el pasado, y todo queda como una perfecta pesadilla en la que la principal cómplice era mi conciencia. Ya no existe tormento, porque tú padeciste por mí, y no bebo más de la copa del líquido mortal… mis propios miedos. Ahora resurgen las llamas que iluminan todas esas máculas que hablaban de muerte y de sed. Vuelven a resplandecer las nubes en el horizonte, y oigo el canto de las aves, cantos que hablan de paz, de tranquilidad, y vuelan hasta lo alto, expresándote que estoy aquí, esperando tu consuelo… tus palabras que antes apacentaron las batallas de mi corazón, y que sé que regresarán a apaciguarme.

Surge hoy otra necesidad mucho más grande que la que ayer habitaba en mis entrañas, es una agonía que proyecta una sonrisa en mi rostro y atrae todos los ideales que extravié en añejos laberintos… la necesidad de verte cara a cara. Como los ríos buscan al mar te busco ahora… esos instantes en que basta una mirada para estremecer todo mi cuerpo, una palabra para despertar mi espíritu, una caricia para restaurar mi alma. Nadie más llena mi ser como lo haces tú, no puedo articular palabras que expresen tal sentir… el privilegio de permitirme conocerte en la intimidad, sumergirme en tu palpitar acariciando tu esencia, desvaneciéndome mientras aspiro tu dulce aroma… y no hay tiempo ni espacio ni presencia alguna que me aleje de ti…

Asfíxiame sobre tu pecho otra vez… te necesito más que ayer, sólo tu fuego podrá darme calor… contigo nada hace falta, tú lo llenas todo… yo sólo quiero estar donde tú estás… atráeme con tus cuerdas de amor, dime que estás aquí… y nunca… nunca me dejes ir…

martes, mayo 2

Aunque cuando termine el día, el alma comenzará a correr... y volverá, lo sé. La torre que con tanto esfuerzo construí durante el día se desploma apenas el fulgor del crepúsculo aparece, y como un soplido frente a un débil castillo de cartas se despedaza, ahí queda el vacío, ahí se fueron mis fuerzas, eran mis sueños en los que invertí casi todo lo que soy... y no hay respiro que valga...

El rocío baña las ventanas... el frío quema mi piel, marcas quedan, que el tiempo no es capaz de borrar... Tantas vueltas sin sentido, tantos momentos perdidos en el tiempo para llegar al mismo, único y predecible destino: seguir con cautela el susurro de tu voz... palabras al viento que mis oídos palparon y anhelaron con deseo, que despertaron de su incansable sueño al fuego de mi corazón, adormecido por las heridas que el camino le causó, exhausto de correr hacia falsos oasis, cansado de subir escaleras sin peldaños donde cada paso te hunde más, y cualquier intento de fuga se frustra por el recuerdo de aquellas personas que te impulsaron alguna vez a seguir adelante, pero no te dijeron que estabas de espaldas al objetivo...

Lentamente las cicatrices se deshacen, pero no porque sanaron, sino porque volvieron a abrir, y el veneno volvió a fluir a sus anchas por todo su ser... doliéndose del sufrimiento, de la búsqueda de su tesoro más preciado, estrechar esos lazos aparentemente inconmovibles, pero que el tiempo se encargó de demostrar que sólo el flagelo de la distancia estaba capacitado para destrozarlo... y las alas que con esmero y delicadeza limpiaste de toda impureza recibieron tu propio flechazo, sigiloso y pasivo...

Y allí va esa lágrima otra vez... corriendo sin tregua, cargada de culpa y dolor, de desilusiones y fracasos, sedienta de un respiro, segundos de quietud para reflejar su agotamiento, mas impacientemente se levanta y vuelve a su rumbo, allá donde las palabras no existen, donde sólo se ven huellas, que marcan, que dañan... viajando en un pasadizo de cristal, tan frágil que no permite verlo sin resquebrajarse; edificando pensamientos, evocando amargas memorias en las que una simple melodía bastaba para volar incansablemente hacia esos ideales, pero una insignificante desafinación, una simple disonancia hizo renacer al espanto de mañana no volver a respirar bajo su sombra, y vagar sin rumbo cierto en este piélago de contradicciones con ojos ciegos para no ver con dolor cómo todo cae, para no limpiar esos escombros dispersos por toda tu mente...

Por eso difícil es poder proyectar el trayecto hacia el nacimiento de esta irreprimible necesidad... tu mirada, que manipula mi existencia, que aleja al espejismo de volver a comenzar, esperando ese preciso momento, para revelarme, revelar mi esperanza en encontrar esa libertad, antónimo de mi mismo, antitesis del silencio frente a las casualidades y al entorno... de creer que sé que estoy seguro, confiar en la certeza de mis convicciones, ver mi realidad y no soñar la vida sino vivir mis sueños, pensar en tu regazo como un inalcanzable paraíso, rehusante de presencias ajenas, que no las conoces, ni las sientes. Ideales extraviados en el firmamento, en laberintos por los que mil veces corrí, imaginando tu encuentro, que volverías la mirada a tu lado... y que cada lágrima que viste en mí fuera como una semilla que haga brotar en tu corazón lo mismo que vi renacer en mi interior, cuando la quietud de tus ojos me dijo que era una fantasía demasiado inalcanzable intentar levantarse y seguir corriendo, proyectando en mi furor llegar a tu inexplicable paz, aterrizar en tu cielo engañador, que no muestra todo, pero no oculta nada...

Aspiro a un reposo absoluto y a una noche continua. No saber nada, no enseñar nada, no querer nada, no sentir nada, dormir y seguir durmiendo en cualquier lugarcon tal que la vida deponga sus espinas tan sólo un instante. Y nos volvemos atrás, hacia el pasado engañoso cerrándose sobre el mismo temor actual, que día a día por cauces de locura alimenta al sendero inanimado de árboles secos, enraizados en tristeza y desolación, en aquel paisaje donde no existe lucero sino abundan las absurdas febriles abstracciones de la nada, cómplices del esplendor de la penumbra donde conseguí palpar tu esencia…

¿Dónde estás?... necesito tus fuerzas... mis rodillas no podrán sostenerme por mucho tiempo... dame tu calor, anhelo sentir tu perfume en mi cuerpo otra vez... extraño tanto esas sensaciones en las que todo se torna superfluo, y sólo estamos tu y yo... tu ser junto al mío, respirar junto a tu pecho y sentir los latidos de tu corazón, no puedo más con estas espinas clavadas en el mío, saber que las palabras no bastan, y los hechos no son los que con desesperación buscan demostrarte que no quiero vivir pensando que tus brazos no volverán a estrecharme, necesito que apagues el incendio de mis pensamientos, y avives tu fuego, porque de allí provienen mis fuerzas y ganas de vivir, solo quiero expresar palabras que broten desde fondo de mi corazón, no importa cómo, solo quiero estar junto a ti, tomar tu mano y no volver a soltarla nunca, escucharte hablar es mi pasión, quiero correr hacia ti, mostrarte que si me importas, que prefiero verte a estar sin ti, que con tu luz no existe oscuridad que prevalezca, que nada importa porque estás conmigo.

Confío en ti, nunca fallaste... pero yo sí... y duele recordarlo, pero sé que borrarás las marcas que dejaron mis recuerdos, momentos de dolor y desesperanza, luchando por sobrevivir, y revivir, y vivir sólo para correr hacia el ineludible final... la muerte.