domingo, septiembre 10


Mi humanidad exánime reclama su naturaleza, gime por un desahogo. La carga no es fácil, y mis manos están manchadas, extendidas suplican por un abrazo. Inseguro de serte fiel, pienso en las veces que no puedo estar contigo, y teniendo que contenerme, ahorro mis lágrimas para cuando no las use. Qué extenuante, tener que reprimir el deseo de llorar a tus pies y confesarte cuánto te amo, cuánto dependo de ti. Si alguna vez decidiera abandonarte, estoy seguro que todo lo que he ganado lo perdería, porque tú eres mi todo. Pretendo levantarme, pero aún mis rodillas son incapaces de sostenerme; me duele la sangre saber que lo que no soy es gracias a mi. No quiero tirar los dados otra vez, viéndolos confusamente rodar por una falsa libertad y que el aire decida… me haces falta, no permitas que mis deseos caigan por la borda y se ahoguen en el mar, déjalos llegar a la meta, aunque caminen entre el vaivén de las cuerdas… Mira mi entorno, mira esos árboles que a pesar de estarse carcomiendo siguen en pie. No hay excusa… no es suficiente, queda mucho que recorrer juntos, nos queda toda una vida por morir...

Me gustaría regalarte frutos y pétalos de rosas, pero por ahora sólo tengo estas hojas marchitas resquebrajadas por el viento, que abundan en estos días de invierno donde necesito mucho más que una brisa cálida...

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